18 de septiembre de 2011

Misión a Marte en el 2030.


WASHINGTON.- La NASA presentó el nuevo sistema de lanzamiento espacial con el que quiere volver a ponerse a la cabeza de la exploración del espacio y alcanzar nuevas metas como el primer viaje tripulado a un asteroide y el anhelado viaje a Marte.


Estos nuevos destinos significan abandonar la baja órbita terrestre, con la que trabajó en los últimos 30 años con los transbordadores espaciales, y aventurarse en el espacio más profundo, algo que la NASA se propone hacer por primera vez con naves tripuladas.
La fecha no es tan lejana, ya que según el plan que presentó el presidente Barack Obama el pasado año se prevé alcanzar un asteroide en 2025 y enviar la primera misión al Planeta Rojo en 2030.
Con el nuevo sistema de lanzamiento, el más potente hasta ahora desde el Saturno V con el que llegaron a la Luna los tripulantes de la misión Apolo hace más de 40 años, se está un paso más cerca, aseguró el director de la NASA, Charles Bolden.
"Este es un gran día para la NASA y para la nación. Estamos invirtiendo en tecnologías para vivir y trabajar en el espacio, y preparando el escenario para visitar los asteroides y Marte. Este nuevo sistema de lanzamiento creará buenos puestos de trabajo en Estados Unidos y garantizará el liderazgo estadounidense en el espacio", dijo Bolden.
Después de meses de estudiar distintos planes y diseños, Bolden presentó junto con varios miembros del Congreso el plan general de la administración Obama para diseñar el cohete del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS, por su sigla en inglés).
El cohete, cuya finalización está prevista para 2017 a un costo estimado de 35.000 millones de dólares, llenará el vacío en el programa de vuelos tripulados estadounidenses tras la finalización del programa del transbordador espacial en julio pasado.
"El presidente Obama nos ha retado a ser atrevidos, a soñar a lo grande, y eso es exactamente lo que estamos haciendo en la NASA, con este proyecto que inspirará a millones de personas en todo el mundo", dijo Bolden. Con esta decisión culminan meses de debate para que la NASA cuente con un sistema de lanzamiento no sólo potente, sino versátil, que permita ir adaptándolo con las nuevas tecnologías a las necesidades que surjan.

LA NUEVA NAVE ESPACIAL

El cohete está diseñado para trasladar a los astronautas en una cápsula Orión instalada en la parte superior, así como grandes cantidades de carga, equipo y experimentos a la órbita terrestre y otros destinos más lejanos, y servirá como respaldo para las naves de transporte comercial que realizarán los vuelos de carga y reemplazo de astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI).
Tendrá una capacidad inicial de 70 toneladas, capaz de elevar la cápsula con seis tripulantes, y que se ampliará hasta las 130. Más adelante se prevé que pueda llegar a entre 140 y 165 toneladas. Utilizará hidrógeno y oxígeno líquidos como combustible, además será propulsado por motores RS-25D/E y en las etapas superiores motores J2X. La NASA tiene previsto empezar las pruebas de lanzamiento en 2017.
Después de la cancelación del programa Constelación y la retirada del transbordador en julio, la NASA se quedó sin vehículo lanzador propio, pero este nuevo cohete de carga pesada será la "clave" para la ejecución del plan trazado por el presidente Obama y el Congreso bajo la NASA Authorization Act del pasado año, aseguró Bolden.
"Una vez resuelta la arquitectura del sistema de lanzamiento de carga pesada, la NASA puede ahora seguir adelante con la construcción del cohete, y la de una nueva generación de vehículos y de tecnologías necesarias para un ambicioso programa de misiones tripuladas en el espacio profundo", señaló en un comunicado John Holdren, asistente de la Casa Blanca para Ciencia y Tecnología.
El proyecto tiene un valor estimado de unos 18.000 millones de dólares en su primera etapa, unos 3.000 millones de dólares anuales hasta 2017, explicó en rueda de prensa Bill Gerstenmaier, responsable del recién creado Directorio de Operaciones y Exploración Humana de la NASA (HEO, por su sigla en inglés).
Gerstenmaier reconoció que será difícil de construir, pero dará a la NASA "la capacidad de ir más allá de la órbita baja terrestre y de lo que ningún otro país haya conseguido". Aseguró, además, que el plan se ha calculado con la suficiente flexibilidad para que en caso de que el Gobierno reduzca el presupuesto de la NASA, la agencia pueda seguir trabajando en este proyecto.
La senadora Kay Bailey de Texas, cuyo estado acoge uno de los centros principales de la NASA en Houston, aseguró: "esto es lo que llevábamos esperando ver desde hace tiempo".
Fuente: Lanacion.com

13 de septiembre de 2011

Agua en Marte

   La sonda Mars Express de la ESA ha enviado nuevas imágenes de un cráter que muestran lo que pudo ser el lecho de un gran lago en la época en la que el agua fluía por la superficie de Marte.


   Las imágenes se han tomado en el cráter de Eberswalde, en las tierras altas del sur de Marte, de 65 kilómetros de diámetro. El cráter se formó hace más de 3.700 millones de años tras el impacto de un asteroide. Un impacto posterior dio lugar al cráter Holden, de 140 kilómetros de diámetro. Las rocas arrancadas por este segundo impacto cubrieron gran parte del cráter Eberswalde. 

   No obstante, en el fragmento aún visible de Eberswalde se conservan los restos de lo que en su día fue un gran delta, surcado por múltiples brazos fluviales, como se puede observar en la sección superior derecha de la imagen. Este delta cubre una extensión de unos 115 kilómetros cuadrados. Los serpenteantes cauces fluviales al norte del cráter lo alimentaban de agua, dando lugar a un gran lago.

   Cuando el lago se secó, gran parte del delta y de sus cauces fluviales quedaron ocultos bajo una nueva capa de sedimentos, arremolinados por el viento. Estos depósitos secundarios han sufrido la acción de la erosión, dejando al descubierto la estructura invertida que podemos observar hoy en día. Esta estructura, identificada por primera vez por la sonda Mars Global Surveyor de la NASA, demuestra que el cráter fue en su día el lecho de un lago, y es una prueba inequívoca de que hace tiempo el agua fluía por la superficie de Marte.

 
Los cráteres Eberswalde y Holden son dos de los cuatro emplazamientos seleccionados para el aterrizaje del próximo rover de la NASA, que despegará a finales de este año. El principal objetivo del Mars Science Laboratory (MSL) es el estudio de regiones que sean o que hayan podido ser habitables. La misión Mars Express de la ESA ayuda a seleccionar cuál de los posibles emplazamientos es el más interesante.



Fuente: muyinteresante.com